Son sus ojos, tranquilos, cristalinos,
que reflejan la luna por la noche,
Con su tierno color tan diamantinos,
de pasión y de amor me dan derroche.
Son sus dulces miradas soñadoras
como rayos celestes inefables,
donde brilla el fulgor de las auroras,
donde brotan enigmas insondables.
En sus claras pupilas transparentes
miro rastros de penas y dolores,
que reflejan pesares inclementes
que dejaron quizás el mal de amores.
Yo quisiera saber el gran secreto
que se esconde detrás de su belleza,
es su gesto sereno, muy discreto,
que me llena de pena y de tristeza.
Si pudiera, los mundos recorría,
y buscaba la forma que brillaran
el amor y la fe, y con alegría
su pasado de llantos olvidaran.
Y ya libres de tristes remembranzas
como soles su rostro iluminaran,
y prendidos de luz y de esperanzas
todo el fuego que tienen me brindaran.!
Autor: Aníbal Rodríguez.