Dijo que Él era la luz del mundo,
y le devolvió la vista a Bartimeo en un segundo;
dijo que Él era la resurrección y la vida,
y llamó a Lázaro de un sepulcro mientras hedía;
dijo que Él era el Libertador
y sanó a una niña que había sido atormentada por el Malhechor;
dijo que Él era el Sanador
y la mujer del flujo de sangre lo creyó en su corazón...
Dijo que Él iba a morir por nuestros pecados
y en el monte Gólgota fue crucificado;
dijo que Él iba a resucitar al tercer día
y pasado el día de reposo la tumba ya estaba vacía;
dijo que Él volvería
y nosotros estamos esperando entre las nubes su venida...
Glorioso, Eterno y Sublime
aquí en la Tierra yo veré tus promesas,
porque tu no eres hombre para que mientas,
ni hijo de hombre para que te arrepientas...
Amigo, Santo y Redentor
no nos dejaste solo, enviaste con nosotros al Consolador...
Te alabo, te exalto y te clamo
y en las oraciones encuentro tu descanso...
Bendito seas por siempre y para siempre Rey de Reyes y Señor de Señores...
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