Te beso nunca,
te beso ahora,
te invito a robar
las últimas horas
del oscuro permisivo,
de este manto ciego,
incapaz de ser testigo,
de las genialidades
de los amantes.
No resistas es inútil,
sé que gustas simular,
pero estas rodeada toda
por mis brazos y por mí.
No me hagas esa mirada,
desorbitada, emocionada,
extrañada de lo que sabes.
Ocurrirá lo que invocaste
con sutileza de mujer.
Tu corazón se agita, puedo sentirlo.
¿Qué tanto furor pediste al cielo,
que ahora temes sudorosa y fría
que te consuma en tu aposento?
No me culpes, no es mi culpa,
solo sigo como un lobo
el rastro de tu tímido deseo.
Pero no temas, cierra los ojos.
No mires mis colmillos afilados.
Olvida mis garras y mi rugir.
No te haré daño, ningún daño.
Yo, aunque salvaje,
también puedo ser sutil.
Cierra los ojos y relájate,
que si cometo algún rasguño
te lo curaré con mi lengua
mañana. Mañana, si acaso
despertamos, de este loco
y arriesgado sueño de amor.
©Alfredo Santino
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