Mi olor proporciono en ella algunos cuantos orgasmos sentimentales,
pues aún tenía impregnada la fragancia del otro mundo,
me notó diferente y pregunto qué sucedía, por qué este comportamiento repentino,
le conteste que es una locura lo que estaría por escuchar, y dije que sería difícil de comprender,
que no sería nada como algunas estúpidas historias de amor,
le conté por todo lo que había pasado, conocido, adquirido y llorado; al terminar de decirle la primicia difundida en lo sabio,
la vi marcharse por el horizonte de la montaña.
El dolor solo fue el inicio del sufrimiento esa noche fría,
donde quedo arrojada sobre el pasto helado y el cielo perfecto, la alcohólica pantomima exagerada,
me pregunté entonces si la vida es así,
si estoy destinado a sufrir mientras la recorra, entonces fue ahí cuando se durmieron mis ojos observando la pesadez de la cuidad con sus luces artificiales.