Nunca dejaste de estar,
Te exhibes ante cualquier fatalidad,
Quizá debí haberme marchitado a la par contigo.
Es poco fascinante buscarte en una nube, en una estrella, en una constelación,
En mis sueños, en mi día a día,
En el mar de gente, entre el tráfico, entre la muchedumbre,
En los lugares más banales,
Y encontrarme con las manos casi vacías,
Y ver solamente un pequeño puñado de recuerdos estropeados,
Leer las líneas de mi vida y saber que no te encuentras en ellas.
Detesto suponer quien es aquella a la que piensas,
Cuando descansas y pones tu sien en la almohada,
Y glorifico erróneamente cuando te imagino detestando su presencia,
Y siendo más feliz cuando deseas romper aquella ausencia,
Que nos quebrantó el camino,
Que convirtió en gusanos nuestros ojos,
Y nos llevó a andar en un mundo simple e insípido,
Carente de sueños, deseos y pasión.
Quiero tu cielo y mi cielo
Conjugados en un beso,
En los paisajes que alguna vez pudimos observar,
En la emoción de nuestro primer encuentro,
En el canto de las aves que presenciamos,
Y toda la magia que la naturaleza nos regaló,
En mi cielo, tu cielo tan desteñido ya.