Y la lluvia también fue compañera...
Solo una gota de lluvia basta
para mirar por dentro
toda una vida jugando con ella
en las calles del pueblo...
Recordar los rostros mojados
de tanta gente que caminaba
y jugaba conmigo cuando niño
en mi pueblo perdido entre los cerros,
solo sintiendo la brisa
correr entre las plantas...
Sentir la brisa que resbala
entre las pequeñas hojas del jardín
que mi madre regaba por las tardes
o escuchar los pasos con premura,
inquietos en torrentes de sonrisas
y gritos de los niños que por la calle pasan
bulliciosos, rumbo a la escuela,
llenando de colores los espacios míos
de aquellos tiempos
cuando soñaba en solitario,
escuchando el silencio del
del jardín materno...
Ellos son los actores del presente
de la escena cotidiana de esos momentos
de mi vida en sus inicios...
Ese era el brillo de la luz
que se reflejaba en cada gota de lluvia
que coría mejilla abajo de tanto niño
que sentía su descenso
como caricia del cielo
de ese lejano tiempo
que aun hoy me recuerda
su dulzura de miel de abeja
al tibio tropel de niños
en juego de amigos...