Reyshell Mendez

TITIRITERO DE LOS SUEÑOS

En el artificio forjado con frases de ternura, de comprensión y de amor, ganaste mi confianza llevando mi mundo a la simulación de la luz, donde sin sospecharlo apagabas la claridad del alba. Me volví vulnerable ante ti, porque envuelta entre tanta soledad, tu trato me hizo olvidar una vida donde la sonrisa estaba ausente y así al tiempo que yo me vestía de debilidad, te hacías más fuerte, mientras jugabas con aquellas palabras casi perfectas que me hacían admirarte, sentirte mágico, detallista e incluso percibir perfecta hasta tu sonrisa; aun recuerdo aquella lágrima que cayó de tus ojos, al escuchar mi voz apagada y temblorosa, tomaste mis manos para hacerme sentir segura, empezaste a enamorarme...; hábilmente conociste mis puntos débiles y las carencias que tenía, para así ofrecerme justamente el apoyo que necesitaba.
Con el transcurrir del tiempo me fui enamorando perdidamente sin darme cuenta de tu manipulación emocional invisible, ya que todo en la relación era positivo; aunque sentía los hilos retorcidos, ásperos y de aspecto rancio que empezaban a tejerse en mi alma, controlada como marioneta por tus palabras, expresiones pulidas que me hacían sentir que eras aquella sublime linterna en la oscuridad donde me encontraba, sin percatarme que en realidad me complicabas la existencia, que en un momento dado entretejías en silencio aquellos hilos de dolor.
Al final fui tu marioneta, porque colocaste una careta de felicidad que salía a la escena con la mentira de tu amor y la vestimenta del desamor.
Hilos y más hilos tensados, pieles y más pieles marcadas con llagas de dolor, las que a través del tiempo anclan el alma tratando de doblegar lo más puro que se posee, lo único que jamás nadie logrará alcanzar.
Espectáculos diarios que el resto no mira: caminatas por senderos rutinarios, maltratos disfrazados de besos ardientes y pasiones delirantes que hacen que olvide aquellos hilos que aunque no se ven duelen cada vez que me arrastran ante tu amor.
¡Ay, marioneta que ríes mentiras mientras lloras tristezas!
Soy en verdad por dentro y por fuera la que siempre sueña, la que sabe amar la que ahora tiene los ojos tristes la que no soporta la cruel soledad; duele tanto hasta el punto en que el sufrimiento se hace en costumbre y aunque las cortinas de las penumbras oculten el lucero, estos mis ojos hermosos dejan de buscar más allá de un público inmutable.
«Ven, ven, ámame con pasión, ven siéntate, no pienses, no rías, solo camina por mí», dice el artífice de la incomprensión, lo repite con crueldad y así la marioneta complace y satisface al impulso ajeno del que hurtó sus sueños y a la ilusión de un hermoso amor.
Nunca logro palpar con certitud que tengo sentimientos, que creo en el amor o que este no es solamente un deseo donde no se siente la pasión, porque amar no es sentir uno solo, amar es sobre todo la libertad que posee el ser, con la cual totalmente libre entrega toda su piel al dar también su alma en un suspiro de felicidad y no de complacencia carnal.
¡Ay, marioneta que ríes mentiras mientras lloras tristezas, marioneta que bailas en una danza de soledades, marioneta sin voluntad! ¡Al soltar el titiritero la madera serás libre, vuelve a soñar, no dejes que corten tus alas, ama con libertad, no permitas que manipulen tu alma, ten libre albedrió para amar, escucha esa voz interna! ¡Ay, marioneta, solo tú puedes cortar sus sucios hilos, ya no te dejes manipular!
Hoy me escapo aunque se desgarre mi amor por ti y se destrocen mis entrañas, corto cada hilo que tejiste, daré libertad a mis alas; nunca más dirigirás mi calma, nunca mas a tu antojo harás bailar mi alma.
Aprenderé amarme a mí misma; verdugo del amor, titiritero, vive solo tu infierno, puesto que al fin comprendí que nunca poseíste corazón ni de mi cuerpo fuiste dueño.