Cada mañana te miro,
siempre sonriente y de pie,
siempre atendiendo el pedido
de los clientes del café.
Me acerco y luego te admiro
de la cabeza a los pies
y entre cortados suspiros,
saludo; ¿Cómo está usted?
Tu muy atenta sonríes
y me saludas también.
Un gesto fútil me exhibes,
preguntas; ¿Que va a querer?
Un té calinte te pido,
para quitarme la sed,
para quitarme ese frió
que me provoca tu ser.
Con la mirada me buscas
mientras me sirves el té,
me acercas luego la azúcar,
y yo deseando que;
Que me sirvas el té
de tu aliento
y me ofrezcas la miel
de tus besos.
Y me calmes la sed
que llevo dentro
al primer sorbo
de tu aliento.
Que caliente tu piel
todo mi cuerpo,
y deshieles también
mis desiertos
Y al sentir el calor
que llevas dentro
sentir tu fuego
quemarme lento.