Cuando todo era polvo y nubes.
Una noche, estaba una jirafa caminando en la sábana.
Apenas distinguía algunos arbustos mientras buscaba alimento.
La noche era obscura y no existía ninguna una luz en el cielo.
Mientras masticaba unas acasis, escucho un zumbido y movió las orejas.
No hizo más caso y continuó con su cena.
Pero al poco rato el sonido se hizo más fuerte y lo continuó una voz.
-Te advierto que si muerdes una hoja mas de este árbol, me trendras que cenar ami también.
Se trataba de una luciernaga.
La Jirafa no entendió aquello y continuo con su festín, pues era su árbol favorito.
-¿Ascazo no entienes? eh dicho ya, que no te alimentes de este árbol ve a buscar otro. Continuó la lusiernaga.
La Jirafa casi enfadada por no poder comer en paz, amenzo con comerse a la parpadiante luciernaga.
-Las acasias son mis preferidas, no las encuentras en cualquier parte.
Si no me dejas de una buena vez y te vas te mataré de un mordisco.
Contestó la jirafa.
Pero, las jirafas no comen luciérnagas, ellas sólo devoran árboles y chupan algunos huesos.
El jigante come árboles no se detuvo hasta que un crujido de escucho de su boca.
Se a comio a la pequeña luciernaga
El único trabajo de aquel bicho era cuidar su árbol.
De los dientes de la jirafa una luz salio disparada directo al cielo, un punto muy lejano y diminuto como una Luciernaga.
Cuidaria el árbol que le fue otorgado por siempre; Nació la primer estrella.
Con cariño, para Macor.