Son solo diecinueve otoños
contados con sus hojas caídas
los que con rabia chillan
que su vida sigue parada
con ya diecinueve otoños
y ya la rabia gritando
que sus versos dicen más de elle
que todos las presentaciones, los discursos.
Sigue forcejeando con su destino
pero ahora al menos armas tiene.
Y Sif y Aki discuten en verso
mientras lucho, mientras me lanzo
a un abismo incierto
repleto de pastillas y sonrisas tristes
tras la sonoridad de un verbo
que tus labios pronuncian como un adiós
y de nada pasó a todo,
ese es mi regalo:
versos como remedios a un corazón roto.