Por la tarde que se miran los faroles
con sus luces melancólicas, serenas,
y los sauces, con quejidos de dolores,
con tristezas acompañan las condenas.
En el alma, que se cubre con los velos,
de las aves que se miran emigrando,
y nos hacen divagar que con sus vuelos
que los sueños se nos van diseminando!
Con la sombra de la noche se acercaba,
y los rayos de la luna se encendieron
despidiéndose del sol que se marchaba,
y las fibras de mi cuerpo se prendieron.
La miré que sigilosa caminaba,
la distancia se nos vino recortando,
el perfume que su cuerpo destilaba
lo sentía por mis venas navegando.
Y me puse tan poético mirando
el hermoso resplandor que le manaba,
su corona tan preciosa engalanando
su figura celestial que me embargaba.
se notaba de sus manos la tersura
de los ramos de claveles florecidos,
en mi pecho penetró con la ternura
que nubló mi corazón y mis sentidos.
Al mirarla tan gallarda, mis alientos,
se perdieron en sus formas sin iguales,
y su imagen cobijó mis pensamientos
con sus luces transparentes de cristales.
Observando su semblante sonrojarse,
admiraba su elegancia de princesa,
y sonriendo, comenzaba a disiparse
en su nube glamorosa de belleza.
Continuando por la calle desolada
ya mi sombra con cansancio me seguía,
y volviendo con cautela la mirada,
por los cielos, ondulando la veía.
Es la tarde mas hermosa y memorable
que la suerte le brindara a mi destino
en su música se queda tan palpable
el magnífico fulgor de lo divino!
Autor:Aníbal Rodríguez.