Avelibre

Falsa Paz

Ésto de obligarse a olvidar,

como un querer suprimir lo dicho,

no se acerca a la quietud.

 

Es un diálogo a solas;

ver perderse a la mirada

y conservar la vista.

 

Mis labios, suspendidos,

mecen y consuelan

la culpa que se niega a morir.

 

Ni tú un recuerdo,

ni yo la sensatez

que predica la biblia de mi honor.

 

¿Para qué engañarnos?

Tanta mentira sólo puede admitir

una sola verdad.

 

Pasarás con el tiempo,

aquel que siempre regresa

a recordar lo que no se olvida.