Se me pudre la carne, se hace decadente
necesito otro contenedor.
Su sangre es un vino negro, con pepas de metal oxidado.
En cada una de sus extremidades
se amontonan agujas abominables
que cesan las fuerzas, carcomen hasta los huesos.
De su boca salen seis serpientes de fuego escarlata
y es en su rostro el brillo mentiroso,
aunque siete diamantes que brotan de sus pupilas
divulgan una dulce sinfonía.
Se pudre mi carne, desgastando la piel
con cuchillas imparables que se eternizan,
y cenizas que arden...
Solo mi alma refulge.