Cuídate del animal fabuloso
que posee mirada de tempestad.
No mires rectamente a los ojos
de la luna de finales de octubre:
Tras sus zarpas de primor absoluto
se oculta un soborno lunar.
Antójame si ya no te quiero;
confiéreme tu instintivo en noviembre
y dame la mano si notas que Dios
ya no está por la labor de apaciguar.
Cómete el hueso adolescente
que está situado en el margen derecho
de mi atlas forzosamente vital.