Deja que mis palabras
te alcancen, que un
murmullo se vuelva fiera
contra las paredes del
olvido.
Que la noche le devuelva
su oscuridad al universo
y que nos deje aquí a ti
y a mí con los ojos cerrados
pero sin sueño.
Deja que la vida pase pero
no dejes que se pase sin
habernos visto juntos, sin
habernos visto viejos o sin
habernos siquiera.
No siempre se puede volar,
pero hay veces y esas veces
se cuentan con los dedos, se
cuentan con la distancia que hay
entre tu ombligo y tus rodillas.