Días pasan y me pierdo en las noches; brumas de pensamientos cruzan desafiando mi mente y así, sólo así, descargo todos mis sentimientos.
Sediento estoy de encontrarme como aquel escritor hambriento de sus letras y naturaleza, dándome cuenta que aún vivo, y aún respiro.
Me embriago de sensaciones que brillan como luceros titilantes del infinito profundo, y busco en los interiores más remotos e inmensos de algunas palabras e ideas pasadas.
Las noches arrastran esas cronologías de nostalgia, y me doy cuenta que la noche es la mejor compañera para pensar; no existen ruidos, no existe nada, sólo yo, muy solo.
Algunos epitafios sangran, lloran desolados por lo que no fue, y el brío del corazón se hace fuerte en su temple; aún estando roto no se derrota.
Así es la gallardía de los caballeros que aman la desgracia de su pasado, y que hoy dan vida a la dicha de su presente, de su futuro.
Marc Téllez González.