Su cuerpo reflejaba en los cristales
su mágico contorno bien formado,
en lluvias de pasiones torrenciales
dejaba mi deseo transformado.
Sentía de mis venas los caudales
fluyendo como ríos desbordados,
sintiendo del amor sus espirales
mis ojos se quedaban deslumbrados.
Sus labios temblorosos semejaban
los pétalos de rosas indiscretas,
libando sus sabores me dejaban
las mieles que seducen los poetas.
Sus senos palpitantes parecían
volcanes emanando su erupción,
sus lavas en mi cuerpo se esparcían
cubriendo de placer mi corazón.
El fuego que irradiaban sus pupilas
la estancia la llenaba de colores,
eran pozas serenas y tranquilas
saciando con sus aguas mis ardores
Su pelo tan disperso y despeinado
cascadas parecían en mi lecho,
sus rizos me dejaron hechizado
saliendo mil suspiros de mi pecho.
Manaba de su vientre en dulce afluencia
lujuria muy divina y virginal,
sentía el freco aroma de su esencia,
que amante me soñé de gran vestal!!
Autor: Aníbal Rodríguez