Resbalando en el abismo
de mí misma
pude registrar mis sombras
grises, negras, ensordecedoras
lastimando el velo de los oídos.
Y escalando por ellas
cada mañana,
limpiando el raciocinio lentamente
oliendo los residuos de la mente
solté las amarras del destino
supe al fin valorar mi cuerpo
dejé de ser esclava de mi sexo
y llené de amor ese vacío.