Oro negro que nos enriquece
pero no, cuando al espíritu,
lo elevas muchas veces
creyendo en riquezas
que la acontece
como si fuera una virtud.
Mi oro negro,
está protegido con pobreza.
No es magia de metal,
es equidad sin igual,
te hace sumergir
en ese campo espiritual
donde no todos saben llegar
con la misma magnitud
y tampoco pueden oír.
Oro negro…
que atraviesa el alma,
con sutileza
en esa figura tan genuina
donde mis amarguras
la convierten en cristalinas
y otras, siento que la besa.
Las puedo lanzar al viento
porque cargo con sentimiento
todo el oro que hay en la bolsa
de mi corazón.
El aire lo devolverá,
él sabe…
¡dónde duerme vigilante mi razón!
Sabe que no se alquila la piedad.