Tengo entre mis dedos el árbol
que engarza palabras, acentos,
puntos y líneas.
Un árbol de madera vieja
con el que cuento relatos,
plasmo sentimientos de amor en poemas
y olvido memorias.
Toco sus bordes y contorno con lentitud
lo giro apoyado sobre su vértice
y recorren mis manos sus narraciones.
dibujó con mi hijo,
escribió con Miguel de Cervantes.
Este árbol no puede estar solo
ni abandonado en estanterías
ni guardado en estuches
quiere abrazar nuestros dedos
y configurar palabras y dibujos
con nuestra compañía.