En apesadumbrado hielo
te ruego ninfa de la noche
dejes de atormentarme,
si efímera ha de ser mi existencia
quítame lo propenso al dolor,
al fuego del olvido.
Convierte mi alma
en mineral inerte;
en fugacidad de estrellas y de tiempos.
No me abofetees más
Adorada señora, con los
mantos de tu cruel realidad.
Que mi espíritu se parte
se fragmenta y se dispersa,
vuela en las brisas del aire nocturno,
y pasada la temeridad de la noche
unido al rocío, cae sobre la tierra.