¡Oh, no...!
Tú tampoco eres él que caerá sobre mi pecho y me amará...
No eres, no serás,
no hay azul cielo que acaricie mi pelo,
ni abrazo ante esta vida-tempestad.
No, no hay lucero,
ni lamentos, ni brazos para estar.
No hay soledad muda,
ni palabras que callar.
Solo un eterno intento,
una ola en el tiempo
que sueña integrarse en el mar...