Respeto mucho el sentimiento ajeno,
el sentir de otros me atrae como un imán. Y me conmueve.
por eso me enfurece la obsesión de algunas personas por ridiculizar el sentir de otros.
MIS HISTORIAS DE LA MAR. RIVAS.
Cuando empecé a navegar, en mi guardia me acompañaba Rivas, un engrasador en edad de retiro, que no quería jubilarse, decía que llevaba en los barcos desde los catorce años y que esa era su casa. A bordo, y en las guardias, cumplía a la perfección su cometido. De muy pocas palabras, decía que el no recordaba haber bebido agua en su vida, lo suyo era el vino peleón y el aguardiente blanca que llevaba en una bota colgada siempre a la bandolera. La bota del aguardiente y su vieja cartera eran sus joyas. A veces echaba mano de la cartera y manoseaba una foto.
Con el tiempo y la confianza de estar juntos más de ocho horas al día, le pedí que me enseñase la foto, le costo lo suyo, pero me la enseño. Era una foto del día de su boda. Dos jóvenes de los años cuarenta en postura de subir a un Fiat Balilla (aquellos típicos taxis enormemente grandes de unos años de post-guerra de gasógeno hambre y miseria).
En la foto; ella muy joven, lucía con el aspecto elegante de una guapa joven delgadita y poca cosa, vestida de negro desde el sombrero que cubría su cabeza a los zapatos que calzaban sus pies. Rivas con sombrero que le tapaba media cara y traje cruzado, tenía en la foto el semblante de un hombre ya curtido por la mar y la guerra. Eso si, se veía muy delgado dentro de aquel traje ..., tal parecía que lo había hecho grande para cuando engordase.
Rivas, sujetaba cariñosamente a su mujer por la cintura con apariencia de ayuda para que se subiese a aquel enorme Fiat Balilla.
La noche del 23 de Abril de 1975, en el viaje de vuelta del Caribe y a un par de días de las Islas Canarias, casi al final de la guardia que compartíamos fue a tirar la basura que se generaba en la guardía; y ...., como tardaba en regresar más de lo normal, su relevo fue en su busca, lo encontró caído en toldilla agarrado al cubo de basura y con su cabeza en medio de un vómito de sangre.
Así murió Rivas, en medio de la mar. Embarcado y trabajando hasta el último momento, como el quería.
Cuando recogimos sus cosas e hicimos su maleta para entregársela a su única hija, abrí su cartera, y allí estaba \"su foto de boda \" y una estampa del 20 de Noviembre de 1945 con la esquela de su mujer, que había muerto 30 años antes que él, cuando el parto de su hija.
Hoy recuerdo a Rivas y su foto, y también recuerdo cuando una noche en medio del Atlántico, me llamo alarmado porque nos seguía un Ovni ..., pero esa; es otra historia.
¡Va por Rivas!.