Para ti que esperas mi regreso,
te regalo los minutos
de mis largas tardes de angustia
y las horas todas de mis noches de verano.
Te regalo también los suspiros por tu ausencia
y las ansias frenéticas por besar tu boca.
Te regalo mujer, la certidumbre constante
del recuerdo de tu piel.
Para ti que esperas mi regreso
te regalo la negación ardiente
de los días que faltan para sentir tu cuerpo.
Te regalo la caída de las hojas
qué lejos se lleva el viento.
Te regalo el tiempo, que transcurre lento,
con pereza torturante porque no te tengo.
Para ti que esperas mi regreso,
mira al cielo en la noche oscura
donde brillan luminosas las estrellas.
Y si sientes que la brisa húmeda
en tu boca deposita un beso,
piensa que en la distancia paciente espero
que se cumpla la condena de tu ausencia.