Oigo desde las alturas de esta noche fría
consumirse el lamento de las olas,
voces moribundas de un canto que se extingue,
buscando abrigo en el pecho de las rocas.
Miro entre las rendijas la neblina incierta,
un juego de alisios sobre hojas amarillas.
Los cristales opacos del alba que despierta
son sueños detenidos en mejillas dormidas.
Veo que se alejan las golondrinas mudas,
destellos apagados en unos ojos negros,
aquellos que encendieron la hoguera de los días,
hoy islas desoladas, sin puertos ni recuerdos.
Navego en la nostalgia, a remo de amarguras,
se pierden sin retorno los besos otorgados,
aquellos que nacieron del calor de la ternura,
hoy son caricias rotas, naufragios del pasado.