Que noche alejo mis sueños?, como no vi venir mis canas,
en que extraño vuelo se fue mi juventud que solo hoy lo noto.
Olvide los años, me entretuve viviendo sin darme cuenta,
que cada día que vivía moría también un poco.
Desperté del letargo, de pronto me encontré con una extraña,
una mujer que se asoma a mi espejo y tiene mi apariencia,
pero no la conozco, me recuerda a mi, pero se ve cansada.
Esa mujer lleva en su rostro huellas del tiempo, ojos cansados,
esa señora tiene historias, todavía huele a flor, a verano.
Ella se aferra a la vida, a lo que ama, no se da por vencida,
ella siente el amor como un perfume que se respira despacio,
se disfruta, que envuelve y llena los sentidos.
Ella aprovecha las horas sin afán, dedica tiempo a lo que ama,
llena sus ojos con los colores que un día se apagaran.
Ella sabe lo que vale la existencia, le teme a la soledad,
a veces llora sin razón y otras se ríe de si misma.
Toma todo con calma, no se preocupa de los agravios,
no come sin hambre, no se acuesta sin sueño,
ella sabe que quiere, conoce que cada día es un regalo de Dios.
No se da por vencida fácilmente y aunque no se reconozca
ante el espejo, sabe que esa imagen diferente es,
la mujer que la vida edifico y prepara sus alas...