Enredado en tus pestañas,
muy cerquita de tus ojos,
la luna extiende sus ramas.
En tu piel de puro nácar,
florece una roja amapola
de sangre ruborizada.
Niña que llenas el aire
de perfumes de montaña,
de sensaciones de seda
y de luz de la mañana.
Recuerdos de sueños de amor
traes a mi alma parada,
en un instante sin tiempo
que era mi alma dorada.
Atrapado entre mis dedos
un rayo de tu mirada,
envuelto de luz de cielo,
me devuelve la paz soñada.
FÉLIX