Y cada domingo acudía a misa,
con sus mejores galas
buscando el amor perdido en los años de inocencia y olvido
y luego quería cerveza y tapa,
y aquella tapa que ocultara los agujeros de su corazón
y el amor lo encontró sentado en la barra de un burdel
y decía que hostias me darán aquí,
y descubrió que las horas se marchitan en cualquier esquina
y decidió no ir más Domingos a misa
guardar sus mejores galas
y hacer sus galas cualquier día de la semana
aunque estuviera sola, estaba acompañada
podía utilizar su libertad, bajo aquellas nubes
que amenazaban tormenta
y ella sin paraguas
parecía la princesa de aquellas gotas de lluvia
que le rizaban su pelo
pero reinaba entre tantos rayos y relámpagos
como mujer que tenía en sus manos los reinos
y salía indemne de cualquier batalla
era ella la Reina de Corazones, que se creía niña todavía.