Un piano triste
trae sonidos
y entre las mesas
la melodía
de una canción
llena de besos
y de suspiros
se va y se apaga.
Las tardes largas
que se transforman
en noches simples
quedan tejiendo
la telaraña
de auroras tenues
entre la farra
de tantos ruidos
en la distancia.
Escobas frías
barren el piso
de los museos
con artefactos
de devoción
a dioses truncos
que miran lejos
y ven los barcos
del río manso
con olas suaves
que van mesando
embarcaciones
sueltas al viento.
Son las falucas
donde los nubios
de ropa larga
y piel oscura
venden collares
de piedras blancas.
Se ven zapatos
de tacos altos
que caminando
llevan mujeres
enamoradas
acompañadas
de sus muchachos
que van hablando
con voces mansas.