Tengo un par de cosas que debo callar, y otras muchas que piden a gritos ser escuchadas. Mi deber por lo tanto es dártelas a conocer. La primera es que inevitablemente sigo pensando y recordándote. De manera inefable hay desorden en mí, mas yo veo todo en su lugar. Mi fortaleza ha aumentado considerablemente y mi voluntad es cada vez más grande; sin embargo, cuando te posas tediosamente en mis pensamientos, paulatinamente menguan mis ánimos de prosperidad y no entiendo que pretenden hacerme ver. Todo marcha con calma en mi vida; esto no quiere decir que sea normal, es extraño en efecto, y es extraño porque todo lo que conlleve un ligero detalle tuyo implica un desarrollo enrevesado. Últimamente suelo hacerle preguntas al aire con el deseo de que acaricien tus oídos ¿Será la manera correcta de proceder? ¿Es esto un error y un sobresalto de personalidad o es una etapa que debo aceptar por voluntad de lo que muchos suelen llamar destino? Sólo por mencionar algunas.
A pesar de que en mí yace un desorden de antaño, encontré la manera de poner fundamentos y reconocer la armonía ausente que no quería ver. He controlado el dolor y mis sentimientos los he encerrado con el fin de continuar absorto buscando un camino. No obstante, debo admitir que a ti no te he dado el lugar que creo eres digna de ocupar, y culpo a ello por no lograr disipar la niebla en mi visión. Tal vez la superstición tiene una pizca de lógica o quizá involuntariamente decidí no alejar tu presencia de mi dependencia.
Lo que procuro hacerte saber es que sí, efectivamente pienso en ti con igual e incluso mayor intensidad que hace unas semanas, que ineludiblemente tu perfume persigue mi sombra y que no se cuánto más o cuánto menos te sigo amando. Es absurdo lo sé, me lo repito a mí cada vez que creo sentirte en mi almohada. Y Ahora que ya está dicho una pequeña parte de lo que quiero expresar, y digo pequeña por lo complicado que resulta descifrar el sentido de una oración cuando no hay sonido de por medio, puedo seguir en busca de lo que tal vez sólo se esconde en ti.
Hasta una próxima ocasión.