Deseo material, cual blanca luz,
en su perpetuo fulgor de estrella,
eclipsa siempre tras ella
el frío vacío de su amplitud.
Cegando con su eternidad,
pues aún ésta muerta deslumbra;
y atenúa en su inmensa penumbra
marchito tras luces el tiempo aterido.
Necesidad, noche y sombra,
antesala de la humildad;
maquillando lúgubre al brillo
su narcisismo se ha hecho ceniza.
Escondiendo celosa en su tundra,
tan escasa ración de verdad;
tras su incesante canto de grillo
se omite un dolor que agoniza.