Campos que vieron nacer
mis ilusiones y sueños,
cuando en los días de ayer
del mundo somos los dueños.
Rosas, lirios y azucenas
cómplices fiel a mis veinte,
cuando corrió por mis venas
el primer amor ardiente.
Río que fuiste testigo
de alegrías y de penas
cuando llevaba conmigo
del amor, dulces cadenas
Pájaros de la cañada
que cantar a mí me oyeron,
cuando en mi alma apasionada
muchos poemas nacieron.
De mi infancia ha tantos años,
los árboles se han secado,
el tiempo causo sus daños
y mis sueños ha enterrado.
Y mi fresca juventud
se marchito como rosa,
hoy con dolida inquietud
el alma suspira ansiosa.
El río es triste riachuelo
su corriente languidece,
como aquel primer anhelo
que en la niebla desvanece.
Y los pájaros divinos
nuevos nidos se buscaron,
aquellos alegres trinos
con mi guitarra callaron.
Autor: Aníbal Rodríguez.