Cuando el deseo no vuelva
estaré esperando
con los ojos asombrados
oteando un horizonte desnudo
de pájaros que regresan.
Al verte
revisaré tu corazón
hasta encontrar
los últimos soles del atardecer.
Entonces, solo entonces
como una brisa suave
mis manos echarán a volar
entre los pájaros
las caricias, que aún quedan.