Desde pequeña me enseñaron a adorarte
pues era obligación familiar el ser cristiana
ir a misa dominical con velo blanco
porque faltar a ella era pecado.
Comulgar era señal de no haberlo hecho
y los rezos nocturnos mantener el sosiego.
Mas al ir creciendo fui aprendiendo
que todo aquello eran solo formas.
Entonces te busque por todas partes,
conocí el dolor y la pobreza,
madres buscando el sustento diario
niños mendigando con
los pies descalzos.
Ahí no te encontré, ahí no estabas.
Conocí gente nueva , que hablaba de justicia
que hablaba de cómo conseguirla.
Entonces comprendí, que para hallarte SEÑOR
tendría que buscarte en el ideal del hombre nuevo
en el puño en alto y en el fúsil del guerrillero.
En la consigna con amor elaborada
Y hoy si puedo decir que te conozco
y que sé por dónde tu caminas.
TÚ no estás en el llanto, , no estás
en esa cruz tan vil que te pusieron.
Tu estás en el Sermón de la Montaña
o caminando encima de las aguas
para mostrarnos que si algo queremos
el camino es la Fé y no la mano extendida.
¡TE CONOZCO SEÑOR Y QUIERO SEGUIRTE!