En el palpitar de mi sentir
el eco de un reproche
vil se ciñe, ahogando
cual reseco broche.
Sombría es la noche
sin estrellas
solo son querellas
las brisas que atormentan
abrumando la razón.
En mi adulado corazón
llama ardiente de ilusión
habitará por siempre
la sabia del perdón,
pues, en sublime oración
hincado ante El Creador
humildemente
también suplico, su perdón,
y si injusta, me es la vida
mi verdad será parida
aunque me cueste la partida
en la senda del adiós.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 19-05-2016
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