Desde niña
amé a los girasoles,
sentía tanta felicidad
poder mirarlos,
eran para mi ilusiones
haciendo crecer mi corazón.
Desde niña
buscaba la sonrisa de Dios,
que ÉL se sintiera contento
al ver que yo daba amor.
Desde niña
empecé a escribir,
era para mi una gran alegría,
ver todo lo que de mi alma salía
y como a mi padre
eso lo llenaba de felicidad.
Desde pequeña
comencé a soñar
que nunca lloraría,
que solo tendría tiempo
para amar.
Desde niña
amé a los girasoles,
porque nunca
vencidos están.
YOLANDA BARRY.