Las pobres flores se empiezan a marchitar
resignadas pierden su perfume, sin poder escapar
infelices, obligadas, adornan tu féretro
su belleza desperdiciada ni siquiera puedes mirar.
Acabó mal tu orgullo, tu soberbia, tu maldad
inevitable, sin salvación sólo polvo serás
siento sin vergüenza alguna cierta satisfacción
mis propios ojos lo ven, nadie me lo vino contar.
Estás inmóvil, inútil, igual que en vida
incapaz hasta de un ápice de lástima inspirar
el destino de tu alma será vagar eternamente
pues ni en el mismo infierno tendrás un lugar.
Ni desperdiciaré lágrima alguna
ni vestiré de luto para cubrir apariencias
al contrario, volveré a reír, soltaré mi cabello
y desde hoy sólo luciré colores de fiesta!