La juventud es semejante al sol que brilla con toda su intensidad, a la mañana que trae consigo un nuevo día, el cual está cargado con el intenso ritual de las actividades mundiales.
Entonces, como el eclipse dos hermosas y robustas juventudes hacen el amor. Este tan fuerte como el mar enfurecido e independiente de Poseidón. Quita el temor de un embarazo.
En la carrera cual gigantescos caballos, se desata toda la pasión, hasta que esta última consigue tan anhelado premio. El milagro de la creación, que trae consigo la vida de un ser racional.
Este nace con la fragilidad de las rosas que se marchitan rápidamente sino hay quien las cuide, de modo parecido él bebe muere o se detiene en su crecimiento si sus padres no asisten a su cuidado. Ahora sus padres tienen un nuevo jefe. Aquel que se considera un dios porque explota a otros, y aquel que acaba de nacer, manda por el afecto natural que le tienen sus padres a que le consigan todo lo que necesita para vivir, puesto que la invalides de su infancia, a si lo demanda.
Después de este jefe, pueden venir otros, es decir más hijos. Un padre y una madre luchan con todo el poder de su fuerza, que cualquier compañía le compra como mano de obra barata. Con el único propósito de sacar adelante uno de los proyectos esenciales, en la realización del ser humano. Me refiero a los hijos.
Un padre y una madre pueden, si así se lo proponen, sacar adelante a dos o tres hijos. Ahora: dos o tres hijos, a veces no son capaces de sacar adelante a su padre o a su madre como unidad. ¿Cómo será en conjunto? Como será que tengan que ayudar al padre y a la madre a la vez?
Quizás esto no suceda en la realidad. Como tampoco sucede que después de que los padres le dieron vestido, alimentación y vivienda a sus hijos. Estos últimos los miren con desprecio porque ya han envejecido, porque la disciplina que tenían hacia ellos, ha disminuido con sus hermanos menores. Porque se avergüenzan de sus padres cuando van con sus pretendidos amigos.
Porque ahora son ellos los que brillan como el sol, ahora están tan cargados de toda la energía como el nuevo día. Y finalmente conseguirán mezclarse como el eclipse, y danzar como una elipse, para luego culminar con el milagro de la creación. Mientras sus padres ya ancianos añoran aquella visita que sus hijos no consienten en su corazón. Aquel abrazo que un día cubrió la silueta de su ser, cuando eran bebes.
Así las actividades de los días traen consigo, la muerte de estos dos ancianos tan multiplicados por el mundo. De esta manera; el susurro incondicional de una madre dice desde lo más profundo de su corazón “Te amo mi precioso bebe, aun cuando ya seas un hombre” por otra parte, el corazón silencioso del padre no dice nada, porque las lágrimas ya le han quitado la voz.
Att, Jose Orlando Melo Naranjo, Bogotá, Colombia.