Dijo la abuela Cóndor
que cuando llora una mujer
cien ríos nacen.
Vulnerable y fuerte en su andar,
hembra que siembra la dicha
en su altar de tierra
y besa la frente de la serpiente
haciendola bailar al costado
de sus columnas.
Una pluma danza en el alboroto
refila luz diamantina en una compacta estación
crecen cien semillas de origen real.
Que no te contaminen porque lo que vos comes
es lo que en tu ser gestás.
Dame sonrisa de tu bálsamo volcánico
y yo sabré cuidarte bien.
En este silencio que actúa en los ecos
de tu voz.