boris gold

Y....HABÍA UNA VEZ

Esta es la triste historia de un pobre tipo, que quiso vivir una vida decentemente , en un país corrupto y lleno de mentiras.

Hagamos un repaso de su vida: miembro de una familia muy humilde, donde muchas veces no había  que poner en la mesa para comer, pero sobraba la decencia  y la buena educación, donde de parte de sus padres había  más buenos consejos…que comida.

Donde el respeto a los mayores y a las mujeres, era una verdad de a puño, donde por su condición social, el tener su rinconcito bajo el sol  era una tarea muy ardua y donde mamó de muy chico  que era pobre…pero digno.

Mientras era pequeño y vivía en ese barrio de gente de su misma condición, la vida en su conjunto era bastante llevadera.

Su personalidad se fue moldeando en esa fragua, donde no tenía nada que temer de sus vecinos, ni de nada que lo rodeara, allí no se conocías palabras tales como prejuicio, triunfalismo ni nada que se le pareciera.

Pero el tiempo siguió su marcha y de golpe y porrazo se hizo hombre, tuvo que abandonar el cobijo maternal  de su barrio, para trasplantarse por cuestiones de trabajo en el centro de la populosa ciudad…y allí comenzó todo.

Era un nuevo libreto que tenía que aprender, sin conocimiento previo de lo que era, la vida en la gran ciudad fue como un puching ball para los desaprensivos  que pululaban como moscas.

Y en ese momento comenzó la gran batalla contra todo lo nocivo que a montones había, demasiado por cierto para un alma noble como él, pero había algo peor aún, sabía que esta lucha era desigual  y podía perderla aún antes de empezar, pero estaba en medio de ella y había que pelearla.

Aprendió con estupor como la justicia era manipulada vilmente, por seres que se suponía  estaban para cuidar los intereses y la libertad de la gente, vio con espanto como una impresionante cantidad de individuos, cobraban un sueldo sin siquiera ir a trabajar.

Sus ojos no estaban preparados para ver la degradación extrema de muchos que vendían sus alma por un “choripán” y una coca cola, aplaudiendo a rabias las insolentes  palabras de un puntero político…vendido al mejor postor.

Pero le faltaba todavía algo peor,  ver como en la tabla de valores predominaba el tener al ser, entonces terminó de darse cuenta que ya no tenía armas para ganar esa batalla, tampoco estaba dispuesto a tirar su honra a los perros y así a ese paso, la depresión estaba a la vuelta de la esquina.

Cuentan que lo vieron deambular harapiento y mugriento arengando a la multitud  con frases incomprensibles, entre las pocas que se le entendían, les aconsejaba a seguir los pasos de un “tal Jesus”.

Triste destino para un individuo que contra viento y marea, quiso ser decente a ultranza, pero el medio le dio a elegir entre dos opciones, ser tragado POR LA CLOACA DE LA OBSECUENCIA, o pagar su verdad…AUNQUE SEA CON INCONGRUENCIAS.

                                                           Boris Gold ( simplemente…un poeta)