Raiza N. Jiménez E.

TÚ: MI IMAGINARIO

 TÚ: MI IMAGINARIO

 

¡Yo recuerdo como era cuando por ti

deliraba en confundida  emoción!

Me saltaba el corazón tan de prisa,

que ni el respiro que exhalaba calmaba

tal  devoción.

 

Muchas veces, al  evocar ese momento,

pensé que me moría, pero acá estoy en

conciencia plena  y rememoro con reservas

todo lo que con tristeza y alegría,  por ti

sentía.

 

En esos tiempos jugaba con mis pensamientos,

hacia castillos en el aire y tú eras el príncipe

de mis juveniles y  fantástica quimeras.

 

Nada podía sacarme de esa imaginería

constante, en la que tú eras el coloso

de mis sueños y el jinete de esos vuelos

 imaginarios, que emprendía hacia las nubes

del inalcanzable cielo, donde tú habitabas.

 

Dormí, por mucho tiempo apegada, sin saberlo,

a tu recuerdo y un día sin percatarme del todo,

desperté de ese tormentoso sueño y en ti creía…

 

Sí, desperté, de un largo y raro letargo, para

reconocer la verdad, mi verdad.

¡Y era que tú existías!

 

Una fuerte punzada en mi maltrecho corazón me

señalaba, con su dolor, que algo me faltaba.

Hoy intuyo, que ese algo, no era nadie, pero tú.

 

Lo confieso, no sabía cómo eras en presencia.

Pero sí, en tantas y largas ausencias.

Eras ese dolor en mi pecho, que hacia desmayar

mis energías de vida.

 

¡Ahora, tienes un nombre y sigues grabado en mí

corazón, más adueñado que nunca!

 

Has sido en mi confundida vida como la higuera que se

levanta desde el subsuelo, se trepa y se adhiere de grosera

manera, tomando todos los espacios, para adueñarse de la

sabia terrenal que dará vida a la simiente y alimentará al

fruto o lo aniquilará.

 

Un sinfín de emociones se agolpan en mí Ser cuando te miro.

Y no puedo negar que es inmensa la turbulencia que invade

 mi voluntad al estar en tu presencia.

 

¿Para qué mentir, para qué mentirme? No tiene caso.

 

 Negarlo sería infantil y, esa audacia, no me atrevo a intentarla.

 El engaño, sería mi engaño,  y eso, es cómo suicidarme mil veces.

¡No tiene sentido morir, sí ya me siento muerta!

 

¡Hubiera querido sobrevivir a tu amor, pero no fue posible!

 

¡El amor: sea real o imaginario…

lleva, en sí, su escapulario!