Si bien nací en los cincuenta
por amor o contingencia,
nunca podré olvidar
pues tal vez de eso se trata,
que la forma más intensa
de esta vida medio ingrata
las viví en los setenta.
Fue cuando cien mil ideales
rondaban por las esquinas
buscando la caja humana
que pudiera contenerlos
y esparcirlos por el cielo
la tierra, el monte o el río
y que sintiéndolos míos
incorporé a mi vida
tratando corresponderlos
o tal vez que me hagan digno
de compartir esos sueños
que marcaron nuestras vidas
sin más rédito ni consuelo
que una caja de pastillas…
y otro quimérico tiempo…
Mario Ranero