Caminante
He desandado los caminos, la huella que el viento deja
La marca y hierra, déjame tu palabra el eco de tu voz póstuma
Quiero pensarte en vida, en las primaveras
En el aroma de la tersa flor
Entre los nísperos madurando entre la escarcha
Pensar que fuiste verde vid
Y llego el otoño para llevarte
Me has enseñado, a caminar dentro de tu pecho
Imágenes pálidas de tu pelo cano
Bajo las sombras del nogal bello.
Mi alma, mi refugio,
Encendiste mis leños en las noches de frio,
Abrigaste mi alma con tu sangre en mis venas.
Hoy en esa posta tiemblan mis manos
En la planta de los pies devastados
¡Díganme! ¿Qué es la muerte?
Peor muerte en la indiferencia, aun de pie estando vivos,
¿Acaso no abrazas al enorme árbol que existe contigo?
Aun no te llama por las mañanas con su trino
el jilguero pichón de grises en la rama,
el silencio y olvido ello es la reseca muerte
este es mi tiempo de estar vivo, en la palabra llena de ahínco.
Autor : Darío Ernesto Muñoz Sosa