Sus lágrimas derramaban recuerdos,
Y por su cara recorrían esos momentos
Su cuerpo se alimentó de los deseos
Que Su mente guardaba con recelo.
Sus ganas de placer saciaron
Tocándose las almas con esmero
Pidiendo perdón por sus pecados,
Aceptando su penitencia de castigo
Por saberse no arrepentidos
De su mente y sus deseos impuros
Esperando con ansias el momento
De poder volver a repetirlos.
Silvia Sago.