Fascinante recreo, en una tarde primaveral,
donde el sol, modela su vestido de oro y fuego,
junto a esparcidos cúmulos que van en juego,
en un cielo azulado, un panorama sobrenatural.
Los árboles acaparan la orilla del lago,
zarandeando sus ramas, al ritmo bailable de la brisa,
suave, delicada, toda una delicia,
mereciendo el mejor halago.
Profundas, dulces y frías aguas son participantes,
de una tarde primaveral, un escenario magnífico,
gozoso de un ambiente pacífico,
convirtiéndose en un lugar preferido y aislante.
¡Oh, tarde primaveral!