Todo ha cambiado,
Y detrás de eso que hizo a riesgo de comunicar lo que no estaba
Se extiende una planicie cubierta de fresca hierba reluciente,
Que, como la exuberancia del pasado
Se queda la luz inverosímil
De nuestros más íntimos hallazgos.
Sobran las palabras, y los sentidos que faltan,
Como un enjambre de vivencias terrenales
Se mezclan para urdir lo inextricable
Y mostrarme un panorama en el que todos viven
A intervalos imprecisos,
Al que Yo asisto a pasar la mitad de mi tiempo dormido.
De que materiales tan perecederos quizás los mismos
Y porque no los únicos,
Que de verdad sirven para ordenarle
Consecuencias duraderas al sueño,
Al dueño temporal del irreconstruible olvido.
No hacerse de un espacio y de un momento para
Conseguirlos puede llevarnos a pensar
Severamente en lo que <<hicimos>>,
Como en un calendario consumido a días indistintos…
Vale la pena Amar, no importa si solo para salvar al corazón de la avalancha
de definitivos,
no importa si entre tanto para sortear paso a paso el recorrido que lleva a la fuente de las sensaciones
a probar un poco de tacto desprendido…