Dicen los que tuvieron la oportunidad de verlos que eran dos cuerpos congruentes y dos espíritus inquebrantables. También se dice de aquellos idilios que no había día en que ocultaran su sonrisa al mundo entero. Puede que a primera vista sea una historia utópica y fuera de lo tradicional, pero he ahí lo interesante de la misma.
Ellos eran dos personas que tenían el ferviente deseo de ser una sola alma, su amor se sentía en el roce del viento y en lo espeso de la niebla, su melancolía era tal que conmovía al más frívolo y no por ello sentía lastima; todo lo contrario, sentía- por llamarlo de alguna manera- una ligera envidia casi imperceptible. Dicha pareja protagonista de esta curiosa historia vivían y morían el uno por el otro, ¡vaya error!
En su paseo amoroso experimentaron circunstancias nuevas y peculiares. ¿Problemas? Por supuesto que hubo problemas, y en primera instancia no dejaron que trascendieran en su unidad y cada uno de ellos los supieron saltar y esquivar. De una manera subjetiva a ellos dos, el mundo y la vida parecían un perfecto conjunto en donde residir armoniosamente. Sí, eran felices ya que para ellos la felicidad se traducía en la capacidad de compartir momentos de mutuo agrado con su amado y esto era lo que precisamente hacían. Viajaban y visitaban un lugar tras otro, disfrutaban de hermosas melodías e impactantes historias literarias, gozaban de un apetito exquisito y hallaban regocijo en una noche de apasionantes bailes. Sus días empezaban con el matutino pensamiento que describía la silueta del otro enamorado en cuestión, me atrevo a decir que todo lo que se ha podido hablar sobre el amor se veía claramente reflejado en aquella pareja contemporánea.
Es una tarea ardua el intentar aprobar lo inverosímil que puede parecer esta historia, sin embargo doy fe a lo real y la veracidad de las narraciones.
En su lugar de origen se habla de manera emocionada de esta pareja, y causa tanta impresión debido a lo extraño que fue verlos tan unidos y felices en ese entorno tan escarpado y apaciguado por las dictaduras de lo pernicioso. Un ambiente fúnebre y aburrido, ávido de incertidumbre en donde nadie ha estado en capacidad de dar testimonio de una verdad sobre lo que allí en aquel pueblo rupestre ocurría.
Toda autoridad allí presente deambulaba con algo de malicia aparentemente ocultando alguna estrategia, lo que llevo a grandes especulaciones sobre el control riguroso en el pueblo. Y no sólo por esto sino por las distintas ideologías que según sus habitantes, se imponían en el pueblo para así mantener lo obscuro del entorno y otras tantas conspiraciones descabelladas para unos y firmemente argumentadas para otros.
Dentro de el universo de aquella pareja existían solamente él y ella, desatinadamente parecían ser independientes de las dictaduras y demás obstáculos al rededor suyo y por esta razón se les asemejaba a una luz dentro de el lóbrego y tenaz pueblo. Ellos efectivamente resaltaban entre el vulgo, y sin importar lo que los demás les aconsejaran, seguían haciéndolo de manera impetuosa, y tal vez ese fue el error o el éxito de su desenlace.
El mal o quizá la envidia que siempre existió no se cruzó de brazos y entro en acción. Una mañana sin mayor diferencia, ella aturdida se levanta y con un grito en la garganta se aleja de su amado afirmando no saber quién es. Sorprendido y presa de la angustia él intenta calmarla pero sus esfuerzos son en vano, ella sale de su casa exasperada sin rumbo alguno. En un intento por alcanzarla y atraparla con sus brazos, ella le dice “Perdóname por estos años” y con un cuchillo que había tomado de la casa, perfora el corazón de su amado y deja el cuerpo agonizante en la fría acera de la calle.
Nadie ha sabido explicar la razón de su actuar. Hay quienes dicen que fue víctima de un desorden mental o de una ceguera circunstancial; pero lo que sí se sabe es que ella no es la misma persona desde entonces.
Ahora lleva un muerto en su consciencia y ella misma es un muerto viviente, aunque nadie le ha dado muerte.