Max Hernandez

La pequeña gota... Parte 1

Al inicio de los tiempos, estaba Dios en su día de descanso, luego de la maravillosa creación, contemplando la belleza de todo lo que con sus manos había formado. La luz y las sombras, la noche y el día, el sol, la luna, las estrellas, el cielo azul y los océanos inmensos, las nubes y los ríos, las montañas y los bosques, los desiertos y las junglas, las aves y los peces, todas las creadas bestias que poblaban cada centímetro de la ya hermosa tierra.

 Pero sobre todas las cosas miraba extasiado a los dos seres que a imagen y semejanza suya había formado. Hombre y mujer, macho y hembra, Adán y Eva los ha llamado, y el Jardín del Edén les ha regalado. Con los ojos entre cerrados y extasiado de su gran propia obra, estaba el buen Dios Padre a punto de dormir, cuando algo llamó de súbito su atención. Encerrada entre cardos y espinos, apenas entre las rocas inertes visible, como desafiando a todo el dolor y lo lúgubre que la rodea, una pequeña flor aparece en su camino. Es tan pequeña y frágil, pero es tan hermosa que el divino creador la consideró digna de un mejor lugar, es por eso que, alargando su mano, se dispuso a retirarla de entre las espinas y los cardos que la rodeaban.

 Pero los cardos no querían entregar a su tesoro tan fácilmente, así que con toda la fiereza posible a su bella criatura defendieron, puyando al mismísimo Dios en un celestial y divino dedo. El dolor fue enorme. Nunca lo había sentido. Su enojo fue grande, y quiso Dios destruir a esos cardos mal agradecidos.

- Cómo puede ser posible? Acaso no saben necios que me deben todo y que su vida misma me pertenece?! Mas que una frase, parece un rugido, la ira de Dios está a punto de corregir al impío.

 Estando a punto de descargar toda su divina furia por tamaña afrenta sobre el dedo divino, una pequeña luz sobre la flor, apenas visible en un inicio, llama su atención. De la herida minúscula en el dedo adolorido, una pequeña gota de la divina sangre sobre la flor ha caído. Mira Dios con extrañeza y recelo. Que es esto? Meditabundo e intrigado se pregunta para sí. Pero la esplendorosa gota luego de tocar a la flor bella, a empezado a brillar mas allá de lo que permiten los sentidos.

 Mira Dios extasiado, algo perdido. Que es esto que se ha creado, pregunta para sí mismo. Toda la creación se ha detenido, y con mucha curiosidad se acerca a ver lo que ha sucedido. Al solo ver a la pequeña gota con su brillo divino, caen todos en un estado de felicidad y paz incomprensibles. Semejando a un imán enorme, la pequeña gota, a todos hacia si, ha atraído. Tiene el ceño fruncido el buen Dios, y con un ademán imperceptible ordena a la pequeña gota que regrese por el minúsculo orificio por el que sin su consentimiento había salido. Pero, el divino dedo ha sanado, casi al mismo tiempo en que había sido lastimado.

La pequeña gota flota a su lado, compitiendo en hermosura y resplandor con el mismo Dios. Él mira extasiado.

- Eres parte mía, pero mía ya no eres. La esencia de la pureza y la belleza dentro de ti has tomado.

Le dice el creador a la pequeña gota, que cada segundo solo mejora y mejora en resplandor y belleza. Mira Dios a la flor hermosa, que entre los cardos, se nota aún más preciosa.

- Las espinas incrementan tu belleza, pequeña flor bella. Dispongo que, si el mismo Dios tuvo que lastimarse para poder llegar a tocar esta hermosura, pues todo aquel que quiera poseerte debe saber  que tus cardos espinosos no solo te embellecen, sino que también lo lastimaran despiadadamente. No habrá belleza sin dolor ni sacrificio. Está escrito!

 Se sintió Dios reconfortado, aunque la pequeña gota a su lado ya todos han notado. Que hago contigo? Se pregunta preocupado. Dejarte a mi lado peligroso sería, pues con algunos segundos de vida, ya me has opacado. Entonces tomo Dios una sabia decisión, como las que siempre ha tomado.
- Hagamos que esta pequeña gota nutra a todo el mundo con su belleza y su resplandor!

Quiso el buen Dios en su bondad infinita, compartir con el mundo entero toda la belleza y felicidad que con esta pequeña gota de su sangre se había formado. Con un gran ceremonioso gesto, con una orden mental suya, mandó a la pequeña gota pulverizarse y mezclarse con todos y cada uno de los seres de la creación. Así lo ordenó, así lo dispuso.

Pero...
Ante su inicial sorpresa, luego enojo y enfado, la pequeña gota ni se ha inmutado. Sigue brillando a su lado como si nada hubiera pasado.

Continuará....