Escúchame, tengo frío,
llueve y las gotas hilvanan
un rosario que despeja dudas
y deshace telarañas.
Al impulso del viento
se abrió la ventana de mi alma
y llegaron los pétalos marchitos
del enojo que oscureció la llama.
Hace tanto que me lastima
la presencia de tu ausencia
que en la penumbra del recuerdo
mis labios gritan por el perdón.
Mientras oigo el gotear del agua
mi alma es sol en su silencio
pidiendo la misericordia de tus ojos
con la llama azul de tus besos.
Mis ojos buscan tus pupilas hondas
y las manos, las caricias de tus dedos.
Siento el calor del abrazo como un rezo
que permite atesorar mis sueños.
Quiero ser la música de tu pecho
persiguiendo la brillantez del encuentro
y olvidar esa lanza que hirió tu cuerpo
para que te asomes a mis besos.