Capullo de rosa
que se abre al amor
derrochando aromas
con una sonrisa.
Yo que acaricie las perlas
de tu llanto y las bebí,
yo que te quiero tanto,
mi hombro te ofrecí.
Al abrir mis ojos
la niebla se despeja
Veo tu verdadero rostro,
engañoso... y me deja.
Veo como se evapora
con el calor del sol
la blanca nieve,
como este ingrato amor.
Divago en el puente
sobre el lago
entre mi arteria
y la arteria de la ciudad
palpitan las noches furibundas.
Solo los botones helados
de los pétalos de almendro
la niebla la soledad y yo.
Con el rumor que toca
el agua del rio y los reflejos
ondeantes de la luna plateada.
Canto...
Mi canto melancólico lo avivo,
danzando al ardor de una fogata
y al compás de mi pandereta,
Llorar yo...no ..no!
Vendrán otras primaveras
Guardaré mis perlas para derramarlas
por algo mejor.